Marcas
Obra de arte, Bacardí
Casualidad, analfabetismo y buena fortuna llevaron a relacionar un murciélago con uno de los mejores rones del mundo.
Facundo Bacardí Massó era un comerciante de vinos catalán que emigró de España a Cuba buscando encontrar la fórmula más refinada para la elaboración del ron. En 1862 compró una destilería en la ciudad de Santiago, dando inicio a la hoy afamada Bacardí.
La historia afirma que en las vigas del techo de la destilería habitaban numerosos murciélagos fruteros. Cuando los vio Amalía, la mujer de Facundo, enseguida insistió que su marido usara al murciélago como símbolo de la nueva bebida ya que traería buena fortuna.
A Facundo le gustó la idea por otras dos razones: la primera la relación entre los murciélagos y la caña de azúcar, elemento clave en la elaboración del ron, y la segunda el hecho de que en esa época en Cuba mucha gente no sabía leer ni escribir, por lo que era indispensable que identificaran la bebida con una imagen contundente.
De esa manera el primer logo de la compañía fue un murciélago, que desde entonces ha tenido seis modificaciones pero ha mantenido siempre los elementos fundamentales: el mamífero en negro con las alas abiertas ubicado dentro de un círculo rojo.
Con el tiempo se le sumó a la imagen el dorado para dar en totalidad una sensación de excelencia, prestigio, pureza, elegancia y confiabilidad. Además se suele acompañar el logo con la palabra Bacardí, en mayúsculas y con la tipografía Perpetua.