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El organillo y la memoria sonora de México
Recientemente se ha buscado la formalización de una declatoria oficial de protección del oficio del organillero como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México.
En México se han impulsado diferentes acciones para regular y dignificar el trabajo de los organilleros.
Por Claudia Stephany González Trujano, Specific IP
Entre las calles céntricas y ajetreadas de México, resuena el eco de las reconocibles notas provenientes de los organillos, instrumento musical que ambienta el presente y que permite conectar con la memoria sonora mexicana, a través de piezas musicales que son comúnmente asociadas con canciones populares.
El organillo llegó a México a finales del siglo XIX, en una suerte de herencia europea, trayendo consigo melodías propias de aquella región. Esta tradición de música mecanizada se instaló muy pronto en las principales calles y plazas de las ciudades, siendo la Revolución Mexicana el evento que marcaría un cambio transcendental en las melodías que hasta entonces se escuchaban, ya que dio paso a nuevas historias y ritmos, propios de la época revolucionaria.
Si bien el protagonismo de este instrumento de manivela ha disminuido con el paso del tiempo, derivado de, entre otros factores, del costo de su mantenimiento, la enseñanza y el ejercicio propios del oficio, lo cierto también es que se trata de una tradición que no ha sucumbido a los cambios tecnológicos.
Ciertamente, el organillo ha trascendido a través del tiempo, permitiendo inmortalizar a grandes compositores mexicanos, entre ellos, a Quirino Mendoza y Cortés con su reconocido “Cielito lindo”, a Rubén Fuentes con “La Bikina”, piezas que junto a otras grandes canciones como “Las mañanitas” de Alfonso Esparza, “Ella” de José Alfredo Jiménez, o bien “Amor eterno de Alberto Aguilera, también conocido como Juan Gabriel, son parte del repertorio sonoro popular Mexicano.
Al respecto, en el año 2024, en un acto de agradecimiento, la cantautora Denisse de Kalafe, anunció que donó a los organilleros de la Ciudad de México, la partitura original de su canción “Señora, señora”, considerada un himno de las Madres, para que fuera integrada a su repertorio y ésta pudiera resonar en las calles y plazas, al lado de otros clásicos.
En México se han impulsado diferentes acciones para regular y dignificar el trabajo de los organilleros, por un lado, a través de reglamentos que permiten el libre ejercicio de su labor en la calle, y por otro lado, el Gobierno de la Ciudad de México también ha impulsado diferentes programas para preservar esta tradición, y muy recientemente, ha buscado la formalización de una declatoria oficial de protección del oficio del organillero como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México (1).
La legislación mexicana define al Patrimonio Cultural Inmaterial, como todo producto cultural, tanto individual como colectivo, que tiene un significado, valor especial para un grupo social determinado o para la sociedad en general que puede poseer una dimensión expresamente física, y se caracteriza fundamentalmente por ser reconocido como depositario de conocimientos, representaciones, visiones culturales, concepciones del mundo, formas de vida y su expresión simbólica (2).
Esta iniciativa de protección, se suma a los esfuerzos que se han hecho en otros países latinoamericanos, como en el caso de Chile, donde el oficio tradicional del Organillero Chinchinero ingresó al inventario del Patrimonio Cultural inmaterial chileno (3).
1. Congreso de la Ciudad de México, 12 de marzo de 2024.
2. Artículo 32, Ley de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de la Ciudad de México 3Organilleros dan paso rumbo al Patrimonio cultural de la Humanidad, 29 de marzo de 2025.
3. Organilleros dan paso rumbo al Patrimonio cultural de la Humanidad, 29 de marzo de 2025.