Patentes
Política de Ciencia, Tecnología e Innovación: una necesidad para el Perú
Con horizonte al 2030, la iniciativa establece un mensaje claro: impulsar la investigación y el desarrollo no es negociable, sino una necesidad para competir en un mundo globalizado.
La POLCTI remarca un movimiento necesario y por tanto tiene un gran valor para Perú.
Por Silvia Solís, Directora de Innovación y Asuntos Legales de BARLAW – Barrera & Asociados
El Perú ha dado hoy un paso significativo hacia el futuro. La publicación de la POLCTI (Política de Ciencia, Tecnología e Innovación) consolida un marco estratégico que pretende fortalecer el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SINACTI). Con horizonte al 2030, la iniciativa establece un mensaje claro: impulsar la investigación y el desarrollo no es negociable, sino una necesidad para competir en un mundo globalizado y en el que incluso, nuestros más cercanos vecinos ya nos llevan algo de delantera.
Contexto regional
Es clave situar este avance en una foto de momento. Latinoamérica cuenta con múltiples políticas nacionales de ciencia, tecnología e innovación, aunque con grados de desarrollo heterogéneos. Por ejemplo:
Brasil posee desde hace décadas su CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico), y ha fortalecido su rol en ciencias y transferencia tecnológica; mantiene además una política robusta de fomento a startups.
Chile dio un paso importante en 2018 al crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y la ANID, separando funciones de política y ejecución, con énfasis en cultura científica y gestión descentralizada.
Colombia cuenta con entidades como iNNpulsa y más de 3950 grupos de investigación; promueve emprendimientos y ciencia aplicada, aunque su entramado institucional es menos centralizado que en otros países.
Ecuador, Uruguay y Costa Rica también cuentan con organismos estatales dedicados a ciencia, tecnología e investigación, aunque su alcance varía según recursos y enfoque nacional. Por ejemplo, Ecuador tiene a la SENACYT, que financia investigación agrícola y ambiental desde 2008.
Según el Índice Global de Innovación (GII) de 2024:
-Brasil lidera en la región: 50.º en el mundo, con 32.7 puntos.
-Le siguen Chile (51.º, 32.6 p), México (56.º), Colombia (61.º), Uruguay (62.º).
-Perú figura en el puesto 75.º, pero el GII destaca que es de los países que más han mejorado dentro de la región.
-También avanzan Paraguay (93.º), Costa Rica (70.º) y Panamá (82.º).
En ese contexto, la POLCTI, remarca un movimiento necesario y por tanto tiene un gran valor para Perú. Está sustentada en una hoja de ruta con metas ambiciosas pero urgentes como fortalecer la vinculación entre academia, sector privado y Estado; impulsar transferencia tecnológica; proteger la propiedad intelectual; y promover una cultura de innovación centrada en resolver problemas sociales, económicos y ambientales. Este enfoque coordinado es alentador, pues por primera vez, se conjugan esfuerzos multisectoriales bajo un marco normativo y administrativo definido, con una clara rectoría desde la Presidencia del Consejo de Ministros.
Adicionalmente, la política dispone parámetros de transversalidad (regional, sectorial, institucional) para lo que se requerirá un funcionamiento real de las agencias involucradas como la encargada de la Investigación Científica y el Desarrollo Tecnológico, así como mayor capacidad de gestión de CTI en gobiernos regionales y locales. El desafío será evitar que los espacios regionales o las universidades queden al margen por falta de capacidades técnicas.
Finalmente, más allá de la planificación, el éxito de la política dependerá de su capacidad para arraigar una cultura científica: fomentar vocaciones, popularizar la ciencia, incentivar emprendimientos tecnológicos. Sin una estrategia disruptiva en educación, medios o incentivos, se corre el riesgo de que la POLCTI siga siendo un plan más, sin una generación de impacto real en la sociedad.
Esperemos pues, que la POLCTI se implemente con recursos constantes, autonomía de gestión, enfoque territorial y evaluación transparente, y así poder ubicar a Perú entre los top 60 del GII, acortando distancia y capturando beneficios económicos, sociales y tecnológicos.