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Redescubrir una pasión entre vides y valles

Laura Hernández Bethermyt, asociada senior en Alessandri Abogados, se adentró en el mundo del vino hace cinco años, trabajando con clientes y proyectos del sector desde su especialidad en propiedad intelectual. Su exploración la llevó a comprender el terroir chileno y a colaborar con asociaciones gremiales y productores locales. Hoy, Laura combina su pasión por el vino con su ejercicio profesional, consolidando una mirada integral que une derecho, cultura e industria.

Redescubrir una pasión entre vides y valles

Laura centra su práctica en asuntos de Propiedad Intelectual, siendo responsable del Departamento Internacional de Alessandri.

Por Laura Hernández Bethermyt, Asociada Senior, Alessandri Abogados

Laura no cree en las casualidades. Así como la cepa Carmenère fue redescubierta en Chile tras haber sido considerada extinta en Europa, ella también redescubrió una pasión inesperada en el país que la acogió en 2019: la industria vitivinícola.

Venezolana de origen y caribeña de esencia, su afinidad inicial se inclinaba hacia los destilados de caña de azúcar y las bebidas elaboradas a base de cebada. Sin embargo, su incursión en el mundo del vino comenzó hace aproximadamente cinco años, al trabajar directamente con clientes y proyectos vinculados al sector vitivinícola desde su especialidad en propiedad intelectual.

Consciente de la especificidad del rubro, se planteó una pregunta fundamental: ¿cómo brindar un mejor servicio en un sector técnico y culturalmente rico? Esa inquietud profesional se transformó en un desafío que la llevó a explorar la industria de una manera más completa.

Gracias al desarrollo del enoturismo en Chile, su acercamiento fue natural. Comenzó visitando viñas en la V Región, descubriendo la influencia de la geografía entre la Cordillera de la Costa y el Océano Pacífico. En la búsqueda de lo indómito se fascinó con la historia del Carmenère y lo que significaba para Chile. Se volvió una visitante frecuente del Valle de Colchagua, donde pequeñas viñas y proyectos boutique le permitieron comprender cómo el terroir chileno —esa combinación única de suelo, clima y saber hacer— se traduce en vinos de calidad excepcional.

Estas experiencias despertaron en ella un profundo orgullo por la diversidad vitivinícola del país. Chile, con sus múltiples valles vitícolas —Maipo, Casablanca, Itata, Elqui, por nombrar algunos— no solo figura entre los diez principales países productores de vino a nivel mundial, sino que destaca por la calidad y singularidad de sus cepas, muchas de ellas con protección de Ley.

Laura se fascinó con la historia detrás de cada variedad: desde un País en verano hasta un Merlot cultivado en suelos andinos, pasando por ensamblajes que desafían la descripción por su complejidad sensorial. Aprendió sobre cosechas influidas por fenómenos climáticos, prácticas de vinificación sustentables y orgánicas, y la importancia de la trazabilidad en la cadena productiva.

Su vínculo con la industria se profundizó al colaborar con asociaciones gremiales, iniciativas como VIGNO (Vignadores de Carignan), productores locales y viñas especializadas. Desde su rol como abogado liderando un departamento internacional de propiedad intelectual, comprendió que la protección de activos intangibles —marcas, denominaciones de origen, diseños de etiquetas, secretos industriales, regulación en alcoholes— es clave para resguardar el valor cultural y económico del vino chileno.

Pero más allá de lo técnico, Laura descubrió que el vino es memoria líquida, y lo romantiza sin vergüenza. Es una bebida que evoca momentos compartidos, historias centenarias, gustos personales que se entrelazan con cepas específicas. Hablar de vino, para ella, es inevitablemente sonreír.

Hoy se siente orgullosa al ver vinos chilenos en anaqueles cuando recorre el mundo, al saber que marcas de sus clientes y productores locales reciben reconocimientos globales, y al ser la persona de referencia entre su círculo cercano de amigos cuando se trata de elegir una buena botella.

Actualmente Laura está estudiando el Diplomado en Comunicación de Vinos de la Universidad Andrés Bello en Chile, donde ha logrado formalizar su pasión y vincularla con su ejercicio profesional, consolidando una mirada integral que une el derecho, la cultura y la industria del vino, disfrutando de manera diferente su gran pasión.

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