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Autos, ciclismo y la filosofía del “reciclaje” según Diego Cervieri
En su vida profesional, el escribano Diego Cervieri se mueve entre documentos, regulaciones y diseños que expresan creatividad. Pero cuando deja la oficina, su mundo toma otras formas: las curvas perfectas de los autos clásicos, la mecánica artesanal y una bicicleta que lo conecta con su historia familiar.
Al enfrentarse a un auto abandonado, lo que primero evalúa no es el motor ni la chapa. Es el modelo.
El primer rescate
“Siempre me gustaron los autos antiguos”, recuerda Diego. Su primer clásico fue una Ford F1 de 1952, una camioneta que, dice, lo conquistó por “su frente muy lindo”. La disfrutó cinco años, hasta que se la robaron. “Nunca más la encontré”, cuenta, aún con cierta nostalgia.
Al enfrentarse a un auto abandonado, lo que primero evalúa no es el motor ni la chapa. Es el modelo. “No todos me gustan. Me atraen más los de los años 50 y 60”, explica. Para él, esas décadas representan la edad dorada del diseño automotor.
Reciclar antes que restaurar
Diego no se define como restaurador sino como reciclador. La diferencia, para él, es fundamental:“Restaurar es dejarlos exactamente iguales a cómo estaban, y no es algo que yo haga”.En cambio, opta por combinar piezas, modernizar algunos componentes y buscar autos abandonados que puedan donar partes. No se trata de la “fácil” , explica, de comprar todo nuevo, sino del arte de encontrar lo que sirve y darle nueva vida. “La gracia está en buscar partes para un proyecto.”
Aunque reconoce con humor que “no sabe mucho de motores, ni electricidad, ni chapa y pintura”, nunca está solo en sus aventuras mecánicas. “Defino el diseño y tengo amigos y personas que me ayudan. Si toco, rompo”, ríe. Su aporte es la visión, el concepto, el rumbo.
Entre lo original y lo moderno
¿Purismo o actualización? La respuesta depende del auto.“Si se puede adaptar algo moderno, lo hago”, admite. Pero también valora mantener cierta rusticidad. “Si le adaptás muchas cosas, pierde el sentido de subirte a un auto sin las comodidades de hoy.” La satisfacción, dice, está en cada vuelta que da después de haber arreglado algo con esfuerzo.
Su filosofía sobre ruedas
Los clásicos americanos representan su estética ideal. “Autos grandes, cómodos, con líneas perfectas.” Los proyectos que eligió lo definen: uno por la excelencia del diseño, otro por la utilidad de la camioneta. Un equilibrio entre belleza y trabajo.
El momento favorito llega cuando el proceso termina. “Durante el armado siempre pasan cosas que retrasan, pero la satisfacción está en todo el esfuerzo para llegar a lo que pretendías.” Algún día quiere reciclar un Chevrolet Bel Air, aunque reconoce que no abundan en la región. “Ojalá algún día pueda hacerlo. Para eso necesito trabajar mucho”, dice entre risas.
Clásicos, autenticidad y Propiedad Intelectual
Desde su formación en Propiedad Intelectual, Diego también mira a los autos con lentes profesionales. Y no duda:“Totalmente, los autos clásicos son patrimonio cultural e intelectual de una época.”Líneas, estilos, estándares: todo habla del momento histórico que los creó. Por eso prefiere verlos circular antes que inmóviles en un museo.Sobre las reproducciones no oficiales, su definición es tajante:“Son como un cuerpo sin alma.”
Ciclismo: una herencia que sigue en movimiento
La bicicleta tiene otro significado en su vida: uno íntimo.
“El ciclismo es una herencia. Nunca lo practiqué, pero es una manera de conectarme con mi papá”, cuenta. Recuerda escuchar juntos la Vuelta Ciclista del Uruguay y ver pasar a los corredores. Hoy comparte esa tradición con sus hijos, que lo acompañan sin entender del todo, pero disfrutando igual.
El deporte, la profesión y el valor de los equipos
Diego también jugó al básquetbol profesional. De ese deporte, y de todos los colectivos, se queda con una enseñanza que vincula directamente con su práctica profesional:“Los deportes en equipo te enseñan que hay roles. Algunos los hacés bien y otros no; para eso están tus compañeros. Algo así pienso de nuestra práctica.”
Y concluye con una reflexión que define tanto su filosofía como la de Cervieri Monsuárez:
“No todos somos buenos para todo, pero podemos rodearnos de personas buenas para algo. Eso es lo que creo que hemos logrado: un gran equipo con personas muy valiosas en lo que hacen.”