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Mercosur- UE acuerdos firmados

Marcasur entrevistó a Valeria Csukasi, directora general para Asuntos de Integración y Mercosur del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, responsable de la agenda de negociaciones del Mercosur con contrapartes. Csukasi participó en la redacción y firma de los acuerdos Mercosur-Unión Europea y Mercosur-EFTA, los que incluyen temas de propiedad intelectual.

El día tan esperado llegó. Finalmente. El 15 de julio de 2019, luego de más de 20 años de negociaciones, se logró en Bruselas cerrar un histórico acuerdo de asociación estratégica entre el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la Unión Europea.

Se trata de un acuerdo sin precedentes para ambos bloques y uno de los más importantes en la historia mundial, ya que implica para esta región la integración de un mercado de 800 millones de habitantes, casi una cuarta parte del PIB mundial y más de USD 100.000 millones de comercio bilateral de bienes y servicios.

Este acuerdo aumenta las exportaciones de las economías regionales, consolida la participación de las empresas en cadenas globales de valor, promueve la llegada de inversiones, acelera la transferencia tecnológica y la competitividad de la economía.

Una de las principales metas de esta iniciativa es la apertura comercial de bienes y servicios y la preservación de herramientas de desarrollo industrial en campos como la propiedad intelectual, compras públicas y defensa comercial, entre otras.

Pero ese acuerdo no fue el único relevante entre los dos continentes de 2019. El 23 de agosto de 2019, en Buenos Aires, se concluyeron las negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), que es un bloque integrado por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. Esas negociaciones fueron lanzadas en enero de 2017 y finalizadas, tras diez rondas, el año pasado.

Los países del EFTA representan una zona de libre comercio que comprende 14 millones de habitantes, con tres de sus países —Suiza, Noruega e Islandia— entre los cinco con mayor poder adquisitivo del mundo. En conjunto, suman un PIB de más USD 1,2 billones, se posicionan en el quinto lugar del ranking mundial de comercio de servicios y en el noveno lugar por su participación en el comercio de bienes.

El comercio entre el Mercosur y los países del EFTA es cercano a los USD 7.000 millones anuales y el acuerdo cubre temas tanto arancelarios como de naturaleza regulatoria, como servicios, inversiones, compras gubernamentales, facilitación del comercio, competencia, defensa comercial y propiedad intelectual.

Valeria Csukasi, directora general de Integración y Mercosur del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, quien desempeñó un rol importante en la coordinación, redacción y firma de los acuerdos Mercosur-Unión Europea y Mercosur-EFTA, responde a Marcasur.

La entrevista fue realizada en un desayuno Mercosur-EFTA que tuvo lugar en Montevideo a fines de 2019, con el auspicio de la Embajada de Suiza en Uruguay.

¿Podría explicar su participación en la redacción de los acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur y de la Unión Europea y el EFTA?

Son dos acuerdos independientes; tuve la suerte de estar en los dos. Si bien es cierto que la Unión Europea y el EFTA suelen negociar en paralelo con los mismos socios comerciales, este acuerdo con el EFTA tiene la diferencia de que lo vimos nacer, mientras el acuerdo con la Unión Europea tiene una gestación de más de 20 años. En general, vemos en las negociaciones que cuando la Unión Europea avanza, el EFTA también lo hace. Suelen ser acuerdos que se negocian y terminan cerrando más o menos en tiempos similares. Ese fue el caso con el Mercosur. Los dos acuerdos son interesantes, ambos abren muchas oportunidades para los exportadores y productores del Uruguay.

¿Qué importancia tienen estos acuerdos para el Mercosur?

Los dos acuerdos conforman un espacio de 32 países europeos, a los cuales vamos a poder acceder con prioridad, con preferencias concretas arancelarias, pero también con preferencias en materia sanitaria, reglamentaria y demás. Así que creo que son dos grandes oportunidades que se abren y esperamos que en el año 2020 ya se puedan estar enviando al Parlamento para su ratificación.

El acuerdo con la Unión Europea tendrá mayores beneficios para el Mercosur que el de EFTA, ¿verdad?

La atención se ha centrado mucho en la negociación con la Unión Europea, por la relevancia comercial que tienen los 28 socios de ese bloque. Sin embargo, para mí el EFTA tiene un valor diferente porque muestra lo que el Mercosur es capaz de hacer en apenas dos años, ya que en 2016 se concretó el lanzamiento de las negociaciones. Tuve la suerte de estar en las primeras negociaciones y ver el final, donde por primera vez Mercosur, con socios tan relevantes comercialmente como lo son Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein, inicia y culmina un proceso con apenas diez rondas de negociación.

¿Que se negoció específicamente en materia de propiedad intelectual?

Ese fue uno de los temas complicados en las dos negociaciones, porque el Mercosur parte de una posición un tanto diferente en propiedad intelectual. Primero, porque aún no tenemos tanto desarrollo legislativo en nuestros países y hay muchas áreas en las que todavía se está trabajando y decidiendo cuál es la posición nacional. Segundo, porque el Mercosur tiene algunas preocupaciones, sobre todo de patentes que refieren a la protección de la salud y el acceso a la medicina de los ciudadanos, mientras Suiza y otros países europeos tienen industrias farmacéuticas muy fuertes, y obviamente apuestan a la protección de las patentes desarrolladas por esas industrias.

Debo reconocer que fueron de los temas más complicados en ambas negociaciones, que quedaron abiertos casi hasta el final y pudieron cerrarse en el entendido de que ninguna de las dos partes de los acuerdos impondrá a la otra discusiones que no hayan sido tomadas a nivel doméstico.

Para el Mercosur es muy importante que, tanto en el acuerdo con la Unión Europea como en el acuerdo con el EFTA, las decisiones en materia de propiedad intelectual respetan la legislación nacional. No se obliga a ninguno de los países del Mercosur a ir más allá de lo que su legislación ya establece en materia de patentes, de derechos de autor, de protección industrial, de diseños industriales. Eso costó reconocerse por nuestras contrapartes, tanto de la Unión Europea como del EFTA, pero con esa limitación no iba a poder cerrarse el acuerdo.

¿Cuál es el mayor cambio que se definió?

El establecimiento de algunos nuevos ámbitos de discusión. Si a futuro la legislación en los países de Mercosur cambia, vamos a poder hablar con los países de la Unión Europea y del EFTA para ver cómo integramos esas nuevas disposiciones.

También hay un plus en materia de indicaciones geográficas. En ambos casos, el Mercosur reconoce las indicaciones geográficas registradas en la Unión Europea y en el EFTA, al mismo tiempo que esos bloques reconocen las registradas en los países del Mercosur.

Las empresas farmacéuticas, por ejemplo en Argentina, se han resistido a muchas decisiones. ¿Cómo manejaron este frente?

En Uruguay también. Nosotros estuvimos en permanente contacto con la Asociación de Laboratorios de Uruguay a lo largo de toda la negociación. Además, los laboratorios del Mercosur tienen una unión en la que discuten y definen posiciones.

Los laboratorios temían que estos acuerdos impusieran resultados en materia de protección de patentes y datos de prueba que afectaran a la industria farmacéutica del Mercosur. Sin embargo, descubrieron que fuimos capaces de defender sus intereses en la negociación. Pienso que están felices con estos resultados y así lo han dicho públicamente. Saben que este es un gran precedente y que el haber logrado que tanto la Unión Europea como el EFTA aceptaran la visión del Mercosur no fue fácil.

Hay algunos productos de países del Mercosur —por ejemplo, de Argentina y de Uruguay— cuyas denominaciones coinciden con las de España y Francia, por ejemplo, en los quesos. ¿Qué pasa en esos casos?

Existen algunas indicaciones geográficas que ninguno de nosotros en Uruguay conoceríamos ni imaginaríamos que son registradas; en esos casos se da una protección absoluta a la Unión Europea. Sin embargo, en los casos de nombres que coinciden con los que se usan más tradicionalmente, como los quesos parmesano, gruyer, manchego o fontina, hay un reconocimiento de que esos nombres son tan utilizados en nuestros países como en Francia o en Italia. Entonces, lo que se acordó es que el Mercosur puede continuar utilizándolos. Es decir, los productores pueden seguir llamando parmesanos o gruyer a los quesos que producen, y también la Unión Europea.

¿Qué se fundamentó para esa decisión?

En el caso de los quesos, hubo un reconocimiento de ambas partes de que la inmigración europea en nuestros países ha traído consigo el uso de nombres que si bien un español, un italiano o un francés pueden sentir suyo, también un uruguayo o argentino, por ejemplo, lo sienten propio. Hubo madurez en las negociaciones al reconocer que no se podía impedir el uso de nombres que para nosotros ya eran tan genéricos como para ellos.

¿El uso estará permitido por un tiempo determinado?

No, se van a poder seguir utilizando siempre.

¿Con los vinos también suele ocurrir algo similar?

Hay una discusión con los vinos. Por ejemplo, en Argentina está La Rioja, que representa una región geográfica de ese país, y en España también lo representa. En ese caso, ni España estaba dispuesta a reconocer el vino La Rioja argentino, ni viceversa, así que se acordó una especie de pacto de no agresión. Ambos países siguen produciendo su Rioja por su lado y no se afectan por este acuerdo.

En el caso de las marcas, ¿qué establece el acuerdo?

La protección es la prevista hasta ahora en cada una de las legislaciones, salvo algunos puntos en los que hay que seguir trabajando.

En términos de derechos de autor, ¿hay cambios?

Se creó una medida flexible que permite que la protección sea la prevista a nivel nacional en cada una de las legislaciones. Esto significa que si, por ejemplo, en Uruguay se volviera a discutir a nivel nacional la posibilidad de extender el tiempo para la protección de los derechos de autor de 50 a 70 años (como lo hizo Brasil, Argentina y Paraguay) y decidiera moverse hacia la extensión, el acuerdo Mercosur-Unión Europea, como hace una referencia a la ley nacional, respetará entonces ese movimiento. (1)

Esto es importante porque en los países del Mercosur entendemos que en materia de propiedad intelectual todavía tenemos mucho para discutir y definir a nivel nacional. Pero queremos hacerlo nosotros. No queremos que un acuerdo nos imponga un camino a seguir en materia de protección. Queremos tener nuestra propia discusión, nuestras propias definiciones, y determinar cómo queremos ir como país en todos estos temas.

¿De qué manera se beneficia la Unión Europea con estos acuerdos?

Tenemos que reconocer que estos son temas que se negocian desde hace 20 años y están más centrados en el área de bienes y productos. Los principales beneficios no están en materia de propiedad intelectual. En esa materia lo que hay es reafirmación de principios que ya están acordados a nivel multilateral, pero igual son buenos estos acuerdos porque aportan nivel de compromiso y de cumplimiento de las normas.

¿Qué puede pasar a nivel de propiedad intelectual de ahora en más?

Por primera vez, el Mercosur ha aceptado tener un capítulo de propiedad intelectual en una negociación. Ingresa así en la discusión de estos temas a los que, de alguna manera, nos negábamos a discutir. E ingresa de una buena forma, porque vemos que es posible defender la posición y la visión que tenemos los países del Mercosur.

Creo que esto va evolucionar en la obligación a tener ciertas discusiones a nivel nacional. Hay legislaciones en algunos países un poco anticuadas y exigencias de ir por otros caminos.

Yo creo que la discusión de estos temas en el Parlamento obligará a vernos cómo estamos como países en estos temas y a dónde queremos ir. Ahora ingresamos en la discusión con estos dos actores (Unión Europea y EFTA), pero lo estamos haciendo también en las discusiones con Corea y Singapur, entre otros países.

¿Cómo hacer para que en América Latina haya más registros de patentes, más invenciones, más desarrollo de investigación?

Hay que comenzar generando sistemas que faciliten los registros de patentes, más gente trabajando en las oficinas de patentes, con sistemas más amigables. Este es uno de los grandes temas para futuras discusiones.

(1)    El 18/12/2019 el Parlamento de Uruguay aprobó la extensión de los derechos de autor de 50 a 70 años de edad. Eso ocurrió poco después de la realización de esta entrevista a la Lic. Csukasi.

Por Fabiana Culshaw

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